DESDE EL ESCRITORIO DEL PÁRROCO

Estimados Feligreses de Santa María,

Un tema constante en toda la Biblia es el amor de Dios por la humanidad. Él nos creó por amor, para el amor. El Libro del Génesis reveló que ustedes y yo somos creados a “imagen y semejanza” de Dios. Ahora bien, si esto es cierto, surge la pregunta: ¿qué es Dios? Aquí es donde entra la belleza y el poder del cristianismo y por lo cual amo nuestra fe católica. ¡Proclamamos que Dios es una trinidad! Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es tres personas, pero un solo Dios. Es un gran misterio que es difícil de comprender completamente. Dicho de otra forma, “el amor viene de Dios (Cf. 1 Juan 4,7). El Padre ama al Hijo. El Hijo ama al Padre. Y el amor entre ellos es el Espíritu Santo. Por lo tanto, si la verdad más profunda de Dios es una Santísima Trinidad de amor, ustedes y yo somos creados a imagen del amor mismo. El sentido de nuestra vida se encuentra, en última instancia, sólo en el amor. ¿Es de extrañar que cuando Cristo describe su amor por su Iglesia, utilice la analogía de un marido que ama a su esposa? “Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella” (Cf. Efesios 5,25).

Esta hermosa realidad lleva a otra pregunta crítica: ¿cómo permanecemos en el amor de la Trinidad? Jesús nos dice cómo en el Evangelio de este domingo: “Como el Padre me amó, así también los he amado yo: permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.” (Juan 15:9-10). Per-manecer en el amor de Dios significa someter nuestra vida a la voluntad de Dios. Dicho esto, a partir del 1ro de julio, me entristece anunciarles que el Obispo Soto ha transferi-do al Padre Reji a la parroquia de St. Anthony en Mount Shasta, en la parte norte de nuestra diócesis. Para nosotros los sacerdotes, trasladarnos de parroquias es una de las partes más difíciles de nuestro ministerio. Realmente lle-gamos a amar a las personas a las cuales servimos, lo cual hace que el dejar cualquier asignación parroquial sea una experiencia desgarradora. Sin embargo, cuando somos or-denados, hacemos una promesa solemne de ir a donde el obispo decida enviarnos. Nuestra vida no es de nosotros. Pertenecemos a Cristo.

En su lugar, por favor únanse a mí, para darle la bienvenida al Padre Carlos Avilés Cantón, sacerdote de Managua, Nicaragua. Él ha sido exiliado de su tierra natal porque el actual presidente ha lanzado una feroz persecu-ción contra la Iglesia católica en ese país. Cualquier sacer-dote u obispo que se atreva a hablar contra el gobierno opresivo será encarcelado, expulsado del país o algo peor. Como sacerdotes, nos esforzamos por seguir a Cristo de todo corazón y por amor. Ningún gobierno, ya sea el anti-guo Imperio Romano, el rey Enrique VIII de Inglaterra, el régimen nazi o la China comunista, puede obligarnos a ne-gar nuestra fe en Jesucristo. Antes de que el Padre Reji se marche, les avisaremos de una celebración parroquial para despedirlo y una fiesta de bienvenida para el Padre Carlos. ¡Seguirán más detalles!

Un Esclavo de Jesucristo,

Padre Brian J. Soliven

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